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20 de enero de 2012

Dios permite la adversidad en nuestra vida para mejorarnos, no para destruirnos.

El rompecabezas de nuestra vida 

Proverbios 23:26: Dame hijo mío, tu corazón.

Para reparar algo roto es necesario tener todos los pedazos.

Solemos pedirle en oración a Dios que sane las heridas de nuestro corazón y que nos renueve por completo, pero no estamos dispuestos a entregar algunas piezas del rompecabezas de nuestra vida. Si somos realmente sinceros y nos sometemos a una autoevaluación, encontraremos cosas que no quisiéramos dejar o abandonar por nada aunque sabemos que no encajan con el plan de Divino. Le decimos a Dios que lo adoramos y que confiamos en él, pero no lo tenemos en cuenta a la hora de tomar ciertas decisiones, en donde preferimos tener nosotros en control. ¡Qué difícil es entregar el volante de nuestras vidas y decisiones! Pero los planes de nuestro Señor son aún mejores de lo que yo puedo desear para mí. Te animo a que te abandones en los brazos del Maestro y creas las palabras del Salmo 23: “Jehová es mi Pastor, nada me faltara”. Dejate pastorear por el Buen Pastor.

Cuando le damos el corazón a Dios debemos asegurarnos de que cada pedazo sea puesto en sus manos. Esto incluye: pensamientos, sentimientos, esperanzas, proyectos, rencores, relaciones interpersonales, pecados, éxitos y fracasos, rutinas, amores y odios y demás cosas que te vengan a la mente en este momento.

Dios es experto en reparar vidas. Él puede hacer de lo quebrado algo perfecto y de un montón de piezas rotas una pieza extraordinaria. Como cristianos debemos estar completos y con todas las piezas en su lugar para ser un testimonio de que con Dios es posible ser personas sanas, completas, y abundantes.

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